lunes, 8 de noviembre de 2010

Tiataco, fiesta de encuentro entre la vida y la muerte


Bajo la sombra de un bosquecillo de algarrobos se alzan enormes figuras de barro: la t’anta wawa (niño de pan), el inti y la quilla (sol y luna) y el urpu (paloma), símbolos del altar o mesa de los difuntos, también llamado mast’aku.
Ayer, en ese bosquecillo de Tiataco, tiyan thaqu del vocablo quechua (que significa hay algarrobos), a 38 kilómetros de la ciudad de Cochabamba, ocurrió la fiesta de encuentro entre la vida y la muerte.
Los antropólogos, sociólogos, turistas y pobladores tiataqueños construyeron altares para rendir tributo a las almas de los difuntos; uno especial para el espíritu de la ex presidenta del Senado, Ana María Romero.
En el mismo lugar levantaron las wallunk’as o columpios que representan el vaivén de la vida.
Al terminar el día, los visitantes, principalmente turistas y jóvenes, y pobladores continuaron la fiesta en las wallunk’as con alegría y bebida.
Acompañaron la jornada con banquetes típicos de la zona, de la fiesta de la vida y la muerte, también “la comida de los abuelos”.
Todos estos elementos, explicados a profundidad por los sociólogos y antropólogos, son característicos del aya marq’ay killa (mes de noviembre).
Este espacio de convivencia, investigación, análisis y reflexión fue en razón de brindar conocimientos de la cosmovisión andina, en un intento de revalorizar y vivir la cultura ancestral que asume la muerte con alegría, explicó uno de los organizadores de la actividad, Wilfredo Camacho.

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