lunes, 12 de noviembre de 2012

Señalan que Carlos Gardel era un estafador



 
 
Según apunta el periódico argentino Página/12, Carlos Gardel habría logrado que sus prontuarios fueran destruidos por orden del presidente Marcelo T. de Alvear. Sin embargo, dos habrían sobrevivido: uno de 1904, cuando huyó del hogar, y el que se conoce en la actualidad, de 1915.
 
Los expertos Raúl Torre y Juan José Fenoglio compararon las huellas digitales en ambos documentos con uno posterior, de 1923, y un análisis arrojó que se trata de la misma persona.
 
El cuento del tío a comienzos del siglo XX
 
De acuerdo con el matutino, la modalidad de estafa del "cuento del tío" era bastante habitual en la época. Implicaba que una persona se dirigía a un bar durante varias semanas y mostraba que había recibido una herencia multimillonaria de un familiar, un tío, por ejemplo, en algún punto alejado de la Argentina, pero que no tenía dinero para pagar el pasaje.
 
Se firmaba una especie de acuerdo que estipulaba que el estafador cedería parte de su herencia, mientras que el estafado pagaba el viaje, el alojamiento y, a veces, los gastos de abogado. En la actualidad, la cifra oscilaría entre los US$ 400 y los 1.200.
 
Inclusive, en algunos casos, el estafador contaba con un cómplice que fingía competir con él por la herencia. Una vez logrado el cometido, tanto uno como otro desaparecía.
 
El prontuario
 
 Según explica Torre, los antecedentes de Gardel como estafador le traían problemas a la leyenda del tango y por ese motivo su identidad es aún un misterio y está plagada de mentiras. Al respecto, el experto apuntó: "Tanto cambio de identidad me hace pensar en lo mucho que pesó aquel prontuario de estafador".
 
En 1904 Carlos Gardel es Carlos Gardez, nacido en Toulouse, Francia, hijo de Berta Gardez. Es probable que, al anotarlo, el policía haya confundido la "z" final del apellido por una "s", ya que "Gardés" era el verdadero apellido de su madre.
 
En 1915 es Carlos Gardel, hijo de Carlos Gardel (una persona inexistente) y Berta Gardel (su apellido era Gardés), nacido en La Plata (cuando en realidad su ciudad originaria era Toulouse).
 
El 8 de octubre de 1923 el cantante debió sacar su pasaporte para poder viajar en el marco de una gira al exterior. Para obtener la documentación, Gardel se dirigió al consulado uruguayo, donde dijo haber nacido en Tacuarembó en 1887, hijo de Carlos y Berta Gardel.
 
En su testamento, redactado en 1933, Gardel afirmó "soy francés, nacido en Toulouse el 11 de diciembre de 1890 y soy hijo de Berthe Gardés. Hago constatar expresamente que mi verdadero nombre y apellido son Carlos Romualdo Gardel".
 
 
La destrucción del prontuario
 
El prontuario del cantante habría sido destruido por la Policía Federal tras un pedido del presidente Marcelo T. de Alvear, en 1922. Se solicitó a la Policía Bonaerense que hiciera lo propio, "pero se ve que se quedó con una copia", señala Torre.
 
Según explica el experto, "La poetisa de tangos e investigadora Martina Iñíguez encontró hace pocos días una copia del prontuario de 1915, constituido para que Gardel sacara la cédula de identidad. Todos los rastros de esos antecedentes estaban perdidos y ahora aparecieron.
 
La Bonaerense le preguntó a la Federal si el cantante tenía algún historial nefasto y el 18 de agosto de ese año la Policía de Buenos Aires (así se llamaba en ese entonces) contesta en la última página que Gardel es "conocido con el apodo del Pibe Carlitos y sindicado como estafador por medio del cuento del tío".
 
Posible cómplice
 
Las primeras canciones de Gardel fueron escritas por Andrés Cepeda, apodado "el poeta de la prisión". Pasó varios años preso y finalmente murió en una pelea de guapos en el bajo porteño.
 
Además, según descubrió Torre, en sus prontuarios figura como estafador bajo la misma modalidad, por lo que una hipótesis posible es que hubiera operado junto a Gardel, luego de que ambos se conocieran en prisión o en una comisaría.

 
Tres documentos, la misma persona 
Torre y Fenoglio compararon las huellas dactilares de la fuga del hogar en 1904, el prontuario de 1915 y el pasaporte de 1923, en los que aparece un hombre de distinta edad, nacionalidad y filiación.
 
Para comparar los rastros se utilizó el sistema AFIS (Sistema de Identificación de Huellas Dactilares), un software que las convierte en figuras tridimensionales para hacer el cotejo.
 
De acuerdo con los resultados del programa, entre las huellas de los documentos comparados por Torre y Fenoglio hay total correspondencia.
 
Los investigadores complementaron el análisis con un cotejo manual, en el cual pudieron identificar 18 puntos característicos en todas las huellas. En términos de jurisprudencia, sólo hacen falta 12 coincidencias para considerarse una identidad incuestionable.
 
 La comparación entre las firmas de los prontuarios con el testamento de 1933 también arroja resultados positivos





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