domingo, 14 de julio de 2013

Nikopol, amores y humores auténticos



Nikopol nos expone 13 canciones en un disco que exuda amores y humores del blues, música reivindicadora y liberadora del pueblo afroamericano, para bien de todos.

Blues en las rockas inicia con La voz, un blues slow tempo cargado de sonidos, matices y dinámica envolvente a cargo de Nikopol, al que se suma un mesurado pero no menos emotivo background de la mano de Alexis Trepp y Carlos Ugarte. El blues mayor es prueba fehaciente del buen gusto por los arreglos musicales por parte del autor. Están ahí, donde pueden y deben ser escuchados. Ese vinito da continuidad a la buena onda que se respira en la placa, con letras, acordes y arreglos simples y honestos, por lo tanto, enormemente conmovedores. A partir de la canción cinco Bailecito para Valeria, el disco adquiere otro color al escucharse al mismísimo Nikopol cantando los mejores versos de este trabajo: “…tesoro, princesa/ no quiero que te llenen de tristeza/ no tienes la culpa/ que nos esté fallando la cabeza…”.

En El blues de la falsa Dorita, Álvaro Chubi Gonzales introduce el tema de manera singular y mortalmente jocosa cumpliendo con todo rigor con un precepto del blues: entregarse de cabo a rabo al júbilo aun en tiempos de tristeza. Italaque blues es una lluvia de zampoñas y tarqas a cargo de Félix Rodríguez que hacen de colchón mágico a la profunda voz de Vero Pérez. Luego, en estos tiempos de virtuosismo con escalas y acordes de fogueo, Juntándome solo viene muy bien. Blues evocador, reivindicador y curador con seis músicos tocando y cantando al servicio de la canción, como debe ser: “…soy a tu lado un ausente/ un parapléjico recalcitrante y sin color/ soy para ti un mal precedente/ sin embargo soy antimuerte y libertad…”. Aun así, no dejo de pensar qué resultado hubiera obtenido Nicolás Suárez de haber contado con los servicios de un productor musical profesional, aspecto del que adolece todo el rubro en Bolivia.

En líneas, Nikopol nos brinda un especial en el que se canta a la vida, a lo cotidiano, a los amigos, a los amores, a nuestro entorno. Es ahí cuando la música se hace verdadera y trasciende. Deja de ser mamada. Es ahí cuando se puede hablar de cultura y se la puede enseñar. La poesía está en nuestras calles y en nuestras madres. Lo demás, siempre será fake.

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