lunes, 27 de julio de 2015

TIMPANA PARA SOFÍA | Todo esto va más allá de “lo intercultural” porque es el ayni puro con trueque y todo.

La propuesta de Timpana es una fusión que insinúa un tenue mestizaje más anclado en las profundidades del saber indígena que en las superficialidades de nuestro otro yo cristiano. Domina esplendorosamente lo originario concreto sobre el sinuoso cholanguerío abstracto. Radical descolonidad. De la tierra madre brotan todos los frutos que alimentan al planeta. Así brota la voz principal de Timpana…

“Hija mía, mira esta música: es una pintura de Frida Khalo”, le dije a Sofía mostrándole la voz visual de Alejandra Lanza en Timpana. “Un barco muy pequeño | para un mar tan grande, | tomarlo por la tarde | no es aconsejable”, recita Alejandra —que es también poetisa y toca el acordeón— en una de las canciones de su primer álbum.

“Alma perdida” es un disco-film donde todas las artes confabulan con meticulosa armonía. Se trata de una obra narrativa escrita, cantada y danzada por la actriz que dirige al grupo Timpana, siempre vista con atuendos indígenas del más diverso origen que ciñen su cuerpo de bailarina clásica, ataviada con tullmas de Tarabuco, extensiones al modo chipaya, acsu norpotosino, enaguas de chola cochabambina y un collar tentayapi. Alejandra va por la misma línea estética de la mexicana Lila Downs y la española Concha Buika que heredaron los poderes mágicos de Chavela Vargas, chamana mayor de los indios huicholes. Sofía, mi flor quinceañera que descubrió a Los Jaivas de Chile escuchando “Mira Niñita” entre tarkas y ocarinas, piensa que Timpana es algo extraterrestre.
La propuesta es una fusión que insinúa un tenue mestizaje más anclado en las profundidades del saber indígena que en las superficialidades de nuestro otro yo cristiano. Domina esplendorosamente lo originario concreto sobre el sinuoso cholanguerío abstracto. Radical descolonidad. Definirlo como “etno-fusión” es reducirlo a un género “antropológico” siendo que nos encontramos ante la emergencia de un arte visual que se nutre de la multi-música. Timpana es una magia y su maga destila el hechizo cósmico de la Pachamama en su siglo XXI. No en vano Alejandra Lanza se define a sí misma como “la Pachamamosa”.

De la tierra madre brotan todos los frutos que alimentan al planeta. Así brota la voz principal de Timpana: emite los mismos sonidos agudos que Luzmila Carpio maximizó en El Presagio de Los Pájaros; y a la vez endulza sensualmente esos cánticos íntimos de la mujer quechua-aymara con afinados scats que nos recuerdan a Ella Fitzgerald. Todo esto va más allá de “lo intercultural” porque es el ayni puro con trueque y todo. “Filmas mis espectáculos” —le dijo Alejandra al cineasta Eddy Vásquez—, “y a cambio hago la banda sonora de tu película”.

Este territorio utópico creado por Timpana y sus hechiceros nos aproxima, por la misma senda de Elvira Espejo, al jazz del ayllu. “Alma perdida”, explica la actriz, es una fábula cuyo protagonista Ausencio emprende un viaje-aventura en busca del Alma Perdida (su amada) que fue raptada por el bosque y convertida en una voz que es el Ajayu materializado. Acompaña a Ausencio su perro Pegaso. Tales personajes parecen familiares del Hidalgo Don Durito de La Candona, el escarabajo alter ego cortaciano del subcomandante Marcos. El disco incluye ilustraciones de la historia y sus personajes a cargo del dibujante Sergio Torres.

Junto al co-fundador de la banda Amado Espinoza (un lutier indio universal) se embarcaron en el primer viaje de la Pachamamosa músicos de vanguardia como Manuel Rocha Escobar, José Luis Bueno, Salomón Zannier Moya, Edu Gabriel, Gustavo Pérez, Jorge Claros, Paola Alcócer y Chrtistian Escalera, además de los maestros de Quimbando Mauricio Canedo, Arpad Debreczeni y Marcelo Arias.

La segunda obra que está en salida, “Desiertos de Cristal”, tiene el sello inconfundible del parafonista Álvaro Montenegro y su saxofón, junto al erudito Nicolás Suárez en el piano, Bladimir Morales en el bajo y Daniel Zegada en la batería.

Tunas verdes comeremos hoy con Sofía, viendo-escuchando a Timpana.


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