miércoles, 7 de junio de 2017

La rebeldía de Surdo cumple 10 años


Bruno y Christian estaban en prekínder cuando se dieron la mano por primera vez. Era 1999. Mucho después se sumaría Horacio. Los tres chicos crecieron juntos, entre lápices y jugarretas, pero también en esa atmósfera especial que se creaba cada vez que alguien rasgaba la guitarra o cantaba en el Conservatorio de Música del Uboldi.

Estudiaban música “por obligación” pero pronto se dieron cuenta de que era su vocación. Sus padres no se habían equivocado. La primera vez que se juntaron para tocar “algo” fue en 2007. Apenas eran unos muchachos pero los unía la música y las ganas. La música ingresó como un torbellino a sus mentes y querían explotarla a lo máximo. Por ahí siempre quisieron llamarse Surdo, ese “sur” por Sur-América, pero también por “convicción”.

Sí son rebeldes. Sí sacan a la luz lo que piensan. Sí ejemplifican de cómo deberían ser las cosas en este país y en la región. Y jamás le dirán a ‘su gente’ lo que tienen que hacer. Creen en la libertad humana y en la fuerza de la palabra.

... de niños a músicos
Hace un poco más de cinco años se graduaron del conservatorio. No se quedaron quietos. Christian Manríquez estudia Ingeniería Civil, Horacio Polo se graduará de ingeniero de sonido y Bruno González entregará hoy su tesis de Diseño Gráfico.

Tenían que estudiar otra cosa más, no solo música. Piensan que en su país nadie puede vivir de solo ser artista ni nadie puede formar una carrera sólida solo con subirse a los escenarios de “acá”. Eso ya lo hicieron. Viajaron por el eje central boliviano, pero sueñan con ‘comerse’ el continente. Y esa travesía está cerca.

Ya afinan su gira que los llevará 10 días a Buenos Aires y Córdoba. Y si todo sale bien, se irán pronto. Por el momento se están enfocando en el zafarrancho que armarán este sábado en Rockoco (calle Potosí, casi Warnes). Allí, pasadas las 23:00, ‘aullará’ la banda paceña Lobo Feroz y desatará la locura el grupo cruceño Fiesta Cuetillo, después vendrán ellos, siempre hermanados, Bruno, Christian y Horacio.

Las aulas y la música los unió. Eso de ser rebeldes lo llevaron siempre en las venas. “Las personas podemos decir lo que nos dé la gana, sin joder al que está al lado”, dice Bruno.
Él cumplirá 23 años el domingo y asegura que tiene las cosas claras. Ya maduró, a pesar de su fresca juventud. Christian tiene 22 y Horacio, 21. Los tres reconocen que aún son ‘pelaos’, pero confían en esa “convicción” que visibilizaron desde niños.

Bruno es el que compone todo y el baterista. No canta. Christian toca el bajo y Horacio la guitarra y ambos son vocalistas. En 2015 lanzaron su primer álbum de estudio. Lo bautizaron simplemente Quimeras y los 10 temas que lo integran son una oda al funk rock; ahora no quieren eso.
Le dieron vuelta a la tuerca. Ingresaron al abismo. Hicieron un pacto con el rock, pero el más pesado que electriza a cualquiera. Así será su segundo disco, que pronto ingresará al estudio de grabación. No quieren soltar mucho la sorpresa hasta que lo saquen del horno. “Es mejor así”, dicen.
La entrada para ser parte del cumpleaños cuesta Bs 30. Solo andate listo para roquear.

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