lunes, 23 de octubre de 2017

El Bonny, monstruo amable de la música urbana


La directora del colegio Las Américas ya no sabe qué hacer con Oscar Mario, el futuro Bonny Lovy. Llamó por teléfono al tío, Roger Hurtado, y juntos fueron a ver una de las clases. Los estudiantes, en lugar de mirar a la profesora, acosaban a Oscar Mario con preguntas. Qué tal el concierto, cómo lo recibían, si tenía tiempo para las tareas. Entre los oyentes está su profesora, tan abstraída en la charla que no se da cuenta de que la directora y el tío Roger miran la escena.

¿Cómo ha llegado este niño a convertirse en el amable monstruo musical que hoy se conoce como Bonny Lovy? Esta es la suma de azares que empezó con su nacimiento, el 27 de agosto de 1991 en Santa Cruz de la Sierra.

El pequeño endulzaba los días en la casa donde vivía con su mamá, su tío y sus tío-abuelos. “Lindo canta”, decía el tío abuelo. “Escuchalo”, le insistía a Roger, que ya era nada menos que productor musical. La respuesta mental de Roger sonó parecida a un rezongante ‘uuju’, pero aceptó seguir la corriente de lo que creía que no pasaba de un juego.

Entonces sonó Tractor amarillo en la voz de Oscar Mario: pajaritos inquietos trinando, afinación perfecta, timing preciso y Roger, con la quijada colgante, pensó qué injusto, este ya vino así de fábrica. Vino con el chip.

A los cinco grabó con el tío su primera canción en estudio pero luego causó la risa del jurado de Cofre Mágico, un concurso para niños de 7 a 9 años que se realiza en Expocruz. “Es muy chiquito”, dijeron, pero lo dejaron cantar y ganó con Hay un algo, de Luis Miguel.

Armando Terceros, el líder de Los Cambitas, le ofreció la canción El niño de la calle, que acababa de componer, y con ella Oscar Mario ganó el festival Sombrero ‘e Saó en 2003. A los nueve años grabó el disco Un rayo de esperanza, con diez canciones religiosas que presentó en varios lugares. Cuando la familia estaba habituada a disfrutar el orgullo compartido del aplauso, llegó el baldazo de agua fría: “No quiero ser cantante. Es mucho trajín”. Roger se molestó. “Bueno, hasta acá conmigo. Ya no me hablés para la música”.

Pero Roger seguía formando a su sobrino en producción musical y a los once años apareció con una canción que se llamaba Quiéreme. La letra parecía tan sencilla que Roger le sugirió llevarla donde su abuelito, el compositor Néstor Zambrana, para que la corrija. Apenas tardó una hora en regresar:

-Roger: ¿Qué te dijo?
-Oscar Mario: Que así nomás.

El experimentado compositor no cambió nada. Incrédulo, Roger lo llamó y recibió esta explicación: “Es su forma de expresarse. Se va a entender con los niños. La letra no dice nada, pero dice todo”. Roger la produjo, otra vez con un ‘uuju’ mental. Promocionaron la canción en Radio Caliente y por primera y única vez se lo presentó como DJ Marito.

Secretamente, Oscar Mario ya había ido a presentarse al programa Unitoons, en el concurso Lo Propio, pero no llegó a tiempo y tuvo que esperar a la convocatoria del siguiente año. Casi no llega otra vez. Tenía que ir desde la zona del cuarto anillo de la avenida Mutualista hasta la doble vía a La Guardia. “Muy lejos”, le dijo su mamá. Mario le pidió monedas para el pasaje en micro. “En esa época no le hacían caso a uno los micreros”, cuenta Oscar Mario.
El primer micro ignoró a ese flacucho niño de 11 años, pero el segundo se detuvo y, agarrándose con la punta de los dedos de la barra, llegó a tiempo hasta los estudios de Unitel. También ganó. Las tres canciones que compuso Roger, las tres de Aldo Peña, una del guitarrista argentino Nelson Jara y las tres que compuso Oscar Mario, integraron el exitoso disco de Unitoons, el programa favorito de los niños bolivianos en el que empezó a formarse la conductora Anabel Angus.

Empezaron una gira por Bolivia y los cajones con discos quedaban vacíos después de cada presentación. Oscar Mario iba de una a otra presentación, siempre con sus cuadernos, porque si bajaba su rendimiento en la escuela, las giras podían acabar.
Adiós, Unitel
Opina la familia: es momento de lanzarlo como solista. Eso implicaba salir de Unitoons y buscar otros horizontes. Apuntan a Código Fama, un reality que nació en Televisa y que se emitía en Bolivia por ATB. Cuando anunció su retiro de Unitel y de Unitoons, le ofrecieron triplicar su salario , pero la familia apoyaba la decisión de Oscar Mario, que se mediría con 5.000 niños en toda Bolivia. Los avances del concurso se veían en 21 países. Ganar en Bolivia fue la puerta de entrada a México, a la gran final. Viajó con Roger, que se emociona al recordar cómo conoció a Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, Pedrito Fernández, Lucerito, David Bisbal. Era como un sueño que duró tres semanas. Oscar Mario llegó a las semifinales.

Su siguiente sueño: cantar en Show Match. Los oídos de la productora de Patito Feo sabían que Oscar Mario podía cantar en el programa de Marcelo Tinelli. En ese programa, el futuro Bonny Lovy cantó la difícil Granada, y toda Bolivia volvió a verlo en Unitel, que emitía Show Match.

Mientras todo esto ocurría, Oscar Mario ya había dejado Santa Cruz y vivía en Puerto Rico, donde su madre decidió trabajar para ayudar a la familia. De hecho, ya vivía en la isla cuando fue a Argentina, al programa de Tinelli.

Un mes estuvo ahí, siempre acompañado de Roger. Cantó en 30 Segundos de Fama y luego se enfrentó a los mejores de ese segmento. El concurso se llamó Cantamérica y si no obtuvo el primer lugar, fue porque tuvo que cantar en pareja y su acompañante se puso nervioso y olvidó la letra.

Ahora es momento de mostrar su vida en Puerto Rico. Después de los saludos espontáneos y las fotos en Bolivia, el anonimato en Puerto Rico le cayó más pesado que un tamal guardado. Nadie conocía a ese desgarbado quinceañero que alguna vez llenó las pantallas de televisión. Era la época en que reguetones
como La gasolina, de Don Omar, empezaban su apogeo.

Oscar Mario reflexionaba en estos ritmos, que tienen orígenes lejanos en el reggae de Jamaica y en las discotecas noventeras de Puerto Rico, donde se escucharon por primera vez esos raps en español con ritmo marcado. Por entonces, las letras eran tan fuertes que circulaban clandestinamente entre los jóvenes.

Oscar Mario tenía música por dentro y su madre, que se dio cuenta, lo acompañó a disqueras como Sony Music y Luny Tunes, que trabajó con Daddy Yankee, Don Omar y Wisin & Yandel. “Tiene talento, el chico tiene flow”, le decían, pero la música que le bullía salía por su garganta como un montón de tonos que rasgaban el aire. No había más pajaritos trinando. Estaba cambiando de voz.

“Fue un golpe durísimo”, cuenta Roger. El proyecto de hacer un disco se diluyó. Pero Roger fue a Puerto Rico y, como no aceptaba que la historia de su sobrino se quede ahí, empezó a trabajar en los tonos. “Trabajé su voz y fue aceptándose. Descubrimos sonidos que servían, que eran melódicos”, recuerda. Mientras, Roger trabajaba con productores como Thilo la Navaja de Doble Filo (que también produjo para Wisin & Yandel y Daddy Yankee).

Mientras Oscar Mario avanzaba en sus conocimientos de producción musical, fue observando la cultura puertorriqueña, muy influenciada por la estadounidense. Los habitantes de la isla, que es un estado libre asociado a EEUU, son estadounidenses desde 1917. Dice Bonny Lovy: “Vos los ves y son latinos; hablan español como nosotros: En Bolivia comemos majadito y locrito, pero ellos no; ellos comen hamburger y compran en Wal Mart. Son como negros neoyorquinos raperos. El nombre Daddy Yankee, por ejemplo, viene del rugby, del béisbol. Usaba una gorra que decía ‘NY’. El nombre te lo dice: Papi Gringo. De ahí salen los raperos estos; todos los copiones”.

En esa etapa de la adolescencia, Oscar Mario no podía hacer sino crecer, ir al colegio y madurar. La música estaba apagada. “Era difícil para mí lanzarme porque estaba de moda el reguetón y los reguetoneros no eran niños de 15 sino tipos de 30 años que fumaban marihuana y vivían en los caseríos. Yo no soy eso. No podía y mucho menos en Puerto rico, que es la cuna de todo eso”.

Dos años después llegó la graduación. Oscar es ya un joven de 18 años, dispuesto a trabajar en su proyecto musical. Lanzó la canción Reina de París; cuando se la busca en YouTube, aparece el primer Bonny Lovy: sombrero de copa, lentes oscuros de aviador, el pelo ondulado y aún negro que salpica los hombros. A ratos luce un gabán con hombreras de cola de rata y a ratos polera con un chaleco y guantes. Se puede ver que aún están ahí los ojazos de guapurú del niño que cantó en ShowMatch. Se oye una voz suave. Es el hallazgo que hizo con la ayuda de Roger, su tío según la sangre, su hermano por la intimidad y su padre en lo musical.

Los gallos que cortan el aire, típicos de la época del cambio de voz, han quedado atrás. Está a punto de aparecer el Bonny Lovy actual, pero aún se trata de una búsqueda. Quizá sería bueno llamarse OshMann’s, piensa, pero Bonny Lovy suena tan comercial, tan ‘genérico’, como él le dice. Además, suena bien en español, en inglés. Es un nombre cool, lleno de frescura.

Comienzan a aumentar las reproducciones de Reina de París en YouTube y en 2011 canta otra vez en Expocruz, pero pronto regresa a Puerto Rico y ahí se encuentra con la conminación materna: “Ya sé que usted terminó el bachillerato y se está dedicando a la música, pero sí o sí necesito que me traiga un título a la casa”. Claro, piensa Oscar Mario, ella hizo mucho por mí, me dio la residencia americana, así que, aunque es el pensamiento típico de los papás clásicos, tengo que dar algo. Así empezó a estudiar ingeniería de sonido.



Hola, Universidad
Se graduó como el mejor de la universidad. Mejoró Reina de París con sus nuevos conocimientos. Vio cómo la teoría funcionaba en la práctica. Más que solo entender, sintió por qué debía subir un tono y a qué frecuencia. Cuida más su trabajo y analiza qué tipo de sensaciones provoca el sonido en la piel. “La música es mágica, pero la gente no logra ver todo lo que hay; solo pone la oreja y ya. No analiza, por ejemplo, lo que la música le transmite desde el minuto 1:20 hasta el minuto 1:40. No nota que hay una bajada y que no había batería porque quería ponerte triste, pero luego te vuelvo a levantar con la batería. Hay toda una película. Hay una trama, un principio, un éxtasis y un final”.

No, la música no sale porque sí. Por eso, cuando oye opiniones como “Qué música de mierda”, piensa para sí que es la opinión “de un pobre ignorante, que no tiene ni puta idea de todo lo que hay ahí dentro. Te lo digo como productor. Escucho un bajo, una guitarra, y sé lo que está pasando”.

Hola, Agencia
Para conseguir el título de ingeniero, la universidad le exigió hacer prácticas en un estudio de sonido. Una amiga que trabajaba en la agencia publicitaria Grey Puerto Rico le contó que acababa de renunciar el responsable de los spots. El hombre grababa en un programa llamado Pro Tools para hacer la mezcla y la masterización ¡Como un estudio de grabación! Hasta ahí todo bien, todo nice, pero resulta que para dar la talla del puesto, Oscar Mario tenía que aprender a editar videos y hasta a hacer animaciones. Claramente, saber solo de sonido era muy poco.

Eso no era todo: tenía que compenetrarse en el trabajo de un creativo publicitario, por lo tanto, tenía que meterse en la piel del cliente y en el producto. Tenía que pensar en artes al estilo de los productos de Cover Girl o en spots para una pasta dental… en fin, un mundo distinto al de los músicos.

Temeroso, pero con el apoyo de su amiga, aceptó el reto (no había otra opción) y empezó las primeras tres semanas de prueba que definirían si lo contrataban o no. Pasaron las tres semanas y se organizó una reunión para darle la noticia. En la reunión vio que había otros nueve universitarios que también empezaban a hacer sus prácticas en la agencia publicitaria.¡Era un concurso otra vez, como las tres semanas que estuvo en México! Finalmente, se quedó en postproducción y tuvo que aprender a editar en Premier y en Final Cut. Por eso, deben ya saberlo los fans, Oscar Mario edita los videos de Bonny Lovy en persona. La cercanía con la animación y la imagen que experimentó en la agencia le dieron las herramientas para diseñar el logotipo de Bonny Lovy, que es el que se verá en los cuadernos que están a punto de salir a la venta.



Chau, Agencia
Empezó ganando nueve dólares por hora, que no es un monto despreciable, tomando en cuenta que el salario mínimo es de 7,25 dólares. Cuando decidió renunciar después de dos años de trabajo, ganaba 25 dólares por hora. Renunció porque no quería seguir enriqueciendo con su talento a un jefe que ni conocía, “además los cambas somos independientes, sino seguiríamos siendo colonia española”.

Había puesto en los spots de Pantene, de Sensodyne o de Acqua Fresh, tantas ganas como a los videos que hoy produce. La agencia había ganado premios por los spots. Ganaba bien, pero siempre estaría debajo de los jefes. Chau agencia.
Tatuó su logo en el brazo y le dijo a su mamá que se iba a dedicar a la música. Crisis en la mamá. Cómo, con un trabajo bueno, estable. Pero no tenía intención de volver a la rutina.

Con sus nueve mil dólares ahorrados, echó a andar por Puerto Rico. Vieques, Mayagüez, La Perla. Se mezcló con la gente pobre y con la rica. “Con los pobres soy uno más y con los ricos soy alguien que te habla de plata, de mundo y de todo. Estuve en las dos clases sociales. En los caseríos con los reguetoneros y en el yate con los millonarios”.

Entendió, sintió, oyó que el reguetón en Puerto Rico es como la cumbia en Bolivia: para los pobres. “Los ricos no escuchan reguetón y se avergüenzan de Daddy Yankee y los reguetoneros; es como si un chico del Plan 3.000 triunfe y la rompa mundialmente y represente a toda Bolivia. ¿Qué dirán los ricos? Dirán ‘no pueej, no soy del Plan, no soy eso’”.

Entonces Oscar Mario no es puertorriqueño ni es reguetonero, aunque vivió en Carolina, la zona de Puerto Rico donde nació el reguetón y donde se crió Daddy Yankee. “Competir en su género sería de estúpidos”, se dice, pero decide usar la batería y el bajo, lo mejor que tiene el reguetón. Es lo que hace bailar
¿Qué les gusta a los millonarios de Puerto Rico? El reggae, la música de Cultura Profética, melodiosa y electrónica. “Entonces mezclé la batería y el bajo del reguetón –los pobres- con el reggae, lo melodioso y lo electrónico –los ricos- y creé Desde que la vi”. Definió que su objetivo o target estaba entre los 15 y los 30 años. En la primera imagen del video aparece Adriana Méndez, una modelo ‘high class’ muy conocida en Puerto Rico. Es un guiño a los surfers puertorriqueños “que escuchan reggae, viven por la playa, hablan de Ibiza, California, Miami y comen cocos con asaí”. Por dentro de la canción fluye la fuerza del barrio, con sus problemas sociales y la pobreza que obliga a muchos a mirar al Chapo Guzmán como un modelo a seguir.

Desde que la vi es un producto nuevo en Puerto Rico. Usó la plataforma del reguetón para crecer y llegar a las radios, luego saltar a los espectáculos y entrar a las discotecas con su música urbana. Ahora, Bonny Lovy ya tiene una identidad: un tipo de pelito largo, casi surfer, pero cantando algo parecido a un regueton aunque ‘bonito’. Promocionó el video en Facebook con la campeona de surfer Adriana Méndez como portada. Los jóvenes le daban play para ver a Adriana, pero luego salía Bonny Lovy… y cayeron todos.

Los jóvenes pensaron que Bonny era la pareja de Adriana: “Así entré a la cultura rica”.

Fue a varias fiestas vestido como Bonny Lovy para curiosear cómo le iba a su música y vio cómo comenzaron a pedirle fotos. ¡Más de 100.000 reproducciones en una semana! Poco después lanzó el tema Pamela, filmado en una zona conocida del Viejo San Juan. La canción empezó a sonar en República Dominicana.
Todo eso con su dinerito ahorrado. En febrero salió Enamorado, justo en el mes del amor (que tampoco era casualidad, sino una meditada estrategia). Luego fue a filmar el video Que no que na en República Dominicana y ahí palpó el cariño de los fans.

Con todo ese trabajo, surge la oportunidad de viajar a una presentación en Washington y decide aprovechar para filmar Quién será. Mientras eso ocurría, el guitarrista David Ríos, que vivía en Austin (Texas) había escuchado su música. David terminó su segunda maestría en música en Berkley cuando empezó a seguir a Bonny Lovy. Mientras estaba trabajando en una compañía electrónica que hacía controladores MIDI, David vio que el proyecto Bonny Lovy tenía logo, página web, seguidores y un lenguaje propio. Pensó que después de la primera canción todo acabaría, pero después de Pamela y Enamorados, pudo sentir que la cosa iba en serio. Ni bien escuchó Que no que na, pensó que si no le escribía, se le iba a ir el tren. “Nos vemos en Washington”, le dijo Bonny. David condujo miles de kilómetros desde Austin hasta Washington, dejó su trabajo y hasta a una novia y decidió trabajar con Bonny. Ayudó con el video de Quién será y aún sigue trabajando con el boliviano.

Los logros ya pasaron de Puerto Rico. La gira en Bolivia fue un éxito y el tema Noche en Hawai llegó al número cuatro entre las mejores del ranking de HTV. Le fue bien en Paraguay y después de las presentaciones en Perú, el 2 de noviembre, en Lima, cantará con Mike Bahía Noche en Hawai, durante la entrega de los
Premios Heat ¡En vivo,! Vienen shows en Argentina y está listo el salto a Suecia, Suiza, España, Francia, Portugal e Inglaterra. Ya es imagen de algunas empresas. Gana buen dinero. ¿Qué falta?

- Roger, ¿lo ves, dentro de un tiempo, ganando un Grammy?
- “Seguro. Seguro que sí”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario